Esta narración es una pequeña muestra de un viaje a través de las emociones que siente una persona cualquiera en un periodo de duelo. Abrirse a las emociones para sanarlas serena la mente y nos abre el corazón y a la vida en su totalidad. Pasar por un proceso de liberación del dolor es a veces necesario para poder sentir una gran alegría.

El mundo cotidiano está lleno de pequeños matices y sabores; éstos le sirven a la autora como excusa para la reflexión sobre las cuestiones del alma, el silencio, la vida, la muerte y el vivir.

La Cazadora de Instantes te descubre que la vida es más un puñado de instantes que algo lineal. En ellos nos cruzamos con personas y vivimos hechos que nos transforman; como en un aeropuerto vamos y venimos, nos encontramos, compartimos, vivimos, sentimos y luego todo se desvanece. Nada permanece, nadie es la misma persona dos días seguidos. Son esos encuentros con las diferentes personas y los hechos y circunstancias que en ellos compartimos los que nos modelan para que al final podamos brillar como diamantes puros.

Los instantes son efímeros, pero es en esos breves lapsos sin tiempo pasado ni futuro donde se esconde lo más vivo.

La Cazadora de Instantes te invita a este deleite, a este conjuro, a ver tu vida en el detalle con el único fin de saborearla muy despacio. Te alienta a ver, en cada uno de sus pliegues una pequeña burbujita de vida, que ha sido creada especialmente para ti.